B I O G R A F Í A
INFANCIA
Nace en 1885 en el pueblo de Gymnich, cerca de Colonia, Alemania.
En 1894 ingresa al orfanato de San Vicente, en Oberhausen.
En oportunidad de su ingreso a dicha casa, su madre lo consagra a la Sma. Virgen. José, en ese momento niño de ocho años de edad, hace suya muy conscientemente tal consagración. María se hace cargo entonces de su educación y cuidado. “Le debo a la Sma. Virgen lo que soy y lo que se ha gestado en Schoenstatt”, así lo declara el P. Kentenich al echar una mirada retrospectiva sobre su vida.
JUVENTUD
En 1904 ingresa a la Congregación de los Padres Palotinos y realiza en Limburgo el noviciado y los estudios de teología.
Durante años debe soportar una grave crisis espiritual que lo lleva casi al agotamiento de sus fuerzas. José Kentenich, hombre de grandes talentos, es asediado por la pregunta: ¿Qué es la verdad? ¿Puedo conocerla? Pero todas las dudas e incertidumbres que lo acosan no afectan su amor a María. Y gracias a ella encuentra una salida para su crisis espiritual. La Sma. Virgen lo hace partícipe, de manera insospechadamente profunda, de su amor al Dios Trino y a los hombres.
SACERDOTE Y DIRECTOR ESPIRITUAL
En 1910 se ordena sacerdote y se desempeña primeramente como docente en el Seminario Menor de su comunidad, en Ehrenbreitstein. Desde 1912 trabaja como director espiritual de los seminaristas del nuevo Seminario Menor ubicado en Schoenstatt / Vallendar.
Se pone de manifiesto que el P. Kentenich es un educador talentoso. Su objetivo pedagógico es claro y entusiasma a los alumnos: llegar a ser personalidades firmes y libres, vivir santamente en medio del mundo moderno. El P. Kentenich guía a sus alumnos hacia una seria autoeducación, dándoles a la Sma.Virgen como madre y educadora.
FUNDACIÓN DE SCHOENSTATT
Junto con algunos alumnos, el 18 de octubre de 1914 arriesga el primer paso para la fundación del Movimiento de Schoenstatt. En una pequeña capilla, en Schoenstatt, sellan una Alianza con María, la “Alianza de Amor”. Por ella se le pide a la Sma. Virgen que se haga particularmente presente allí obrando como educadora del hombre libre. El P. Kentenich y los muchachos confían en que esa capilla se convertirá en un lugar de peregrinación y de gracias para muchas personas. A modo de contribución para dicho fin, ellos ofrecen vivir con radicalidad, fundados en la fe, y comprometerse con Schoenstatt. “Nada sin ti – nada sin nosotros” es la consigna que expresa esa intensa comunidad de camino con María que acaba de comenzar.
La visión de la hora fundacional se va haciendo gradualmente realidad. La capilla de Schoenstatt es hoy lugar de origen de un movimiento internacional de hombres y mujeres, de niños y jóvenes, de familias y sacerdotes. Entre tanto existen alrededor de 200 Santuarios de Schoenstatt en más de 30 países del mundo. Hacia ellos peregrinan incontables personas para pedirle a la Sma. Virgen la gracia de realizar su vocación cristiana en todos los desafíos que plantea la vida en la Iglesia y en la sociedad.
CAMPO DE CONCENTRACIÓN
Entre 1941 y 1945 el P. Kentenich es prisionero de los nacionalsocialistas, primeramente en la cárcel de Coblenza, y luego en el campo de concentración de Dachau. También en el campo de concentración continúa trabajando intrépidamente en la misión de su vida: proclamar a los hombres el amor misericordioso de Dios y ayudarlos a ser, con la asistencia de María, personas de un gran amor. En medio del infierno de Dachau, gracias al P. Kentenich muchos prisioneros experimentaron una gran cercanía de Dios.
VIAJES INTERNACIONALES
Entre 1947 y 1948 el P. Kentenich inicia sus viajes hacia Sudamérica, África y los EE.UU., para cultivar contactos internacionales y ayudar a los schoenstattianos de esos países a construir el Movimiento. Su amor a la Sma. Virgen lo impulsa a trabajar por ellos a escala internacional.
El 23 de junio de 1947, el Padre Kentenich llega por primera vez a Chile.
EXILIO
Inmediatamente después de salir libre de Dachau - el P. Kentenich tenía 60 años -, y habiendo ganado la certeza de que Schoenstatt es una obra de Dios que ha superado una “prueba de fuego”, quiere que la Iglesia conozca y valorice el carisma de Schoenstatt. Por ello inicia también viajes internacionales para apoyar la expansión del Movimiento. Le solicita asimismo al obispo de Tréveris que envíe una comisión de estudio para que se conozca el aporte renovador de Schoenstatt a la Iglesia de nuestro tiempo. El Obispo decide realizar una Visitación canónica. El Visitador (Obispo auxiliar de Tréveris) realiza un informe en general positivo sobre Schoenstatt, pero critica y desaprueba algunas prácticas pedagógicas aplicadas por el P. Kentenich. Este responde al informe con un estudio (Epístola perlonga) en que rebate las opiniones del Obispo, criticando duramente la mentalidad del Obispo, porque no capta realmente cuál es el aporte pedagógico innovador que trae Schoenstatt. A raíz de esta confrontación, Tréveris pide la intervención de Roma, del Santo Oficio, para que investigue Schoenstatt.
El P. Kentenich es confrontado por el Santo Oficio, que a través de una Visitación apostólica interviene disciplinariamente para corregir lo que ellos consideraban como “errores pedagógicos” del PK., su rebeldía y falta de respeto ante la Jerarquía. El P. Kentenich es incomprendido y él y su obra son puestos duramente a prueba. El Visitador, a nombre del Santo Oficio, toma la medida administrativa de separarlo de su fundación y enviarlo al exilio en Milwaukee, Estados Unidos.
En los documentos del Santo Oficio consta que al P. Kentenich no se le acusó de ningún delito; por lo tanto, no hubo ningún juicio, ni ninguna sentencia de castigo. El exilio del P. Kentenich, en el que permanecerá 14 años, fue una medida de la Iglesia para poder poner orden en Schoenstatt y la Comunidad de las Hermanas de María, “librándolas de la influencia dominante e incorregible” del fundador, como ellos pensaban que era.
También en estas circunstancias, el P. Kentenich dio pruebas de su amor y fidelidad a la Iglesia, a la que quería servir con todas sus fuerzas, a través de la obra y la misión que Dios le había encomendado.
En 1965, acabado el Vaticano II, es rehabilitado por Paulo VI y puede regresar a Alemania, reasumiendo todos sus cargos y dedicando los últimos 3 años de su vida a completar la fundación de su obra, orientándola a enfrentar los desarrollos futuros de la Iglesia pos conciliar y de un mundo en cambio acelerado.
ÚLTIMOS AÑOS
DE VIDA
En la Nochebuena de 1965 el P. Kentenich regresa a Schoenstatt. Contando ya ochenta años de edad, en el tiempo que aún le queda de vida trabaja ininterrumpidamente en la consolidación interna y externa del Movimiento de Schoenstatt. A pesar de todos los compromisos, jornadas, ejercicios y la gran cuota diaria de trabajo, su principal preocupación es siempre el individuo. Su profunda unión a Dios y la bondad paternal que irradia posibilita a muchos tener un vislumbre del amor de Dios, nuestro Padre.
El 15 de septiembre de 1968 el P. Kentenich es llamado por Dios a la eternidad, poco después de haber celebrado por primera vez la Santa Misa en la iglesia de la Sma. Trinidad, recientemente edificada sobre el monte Schoenstatt. Para su tumba, eligió como epitafio: “Dilexit ecclesiam” (amó a la Iglesia).
Ahora el P. Kentenich puede continuar la misión de su vida de una nueva manera. Así lo han comprobado ya muchas personas que se vinculan a él y se dirigen a él en sus necesidades.